miércoles, 25 de noviembre de 2009

25 de noviembre: violencia contra las mujeres por ser mujeres


Oración por las muertas de Juárez
María Hope

Madre:

tú que habitas cielo,

viento, mar y tierra,

cárceles y burdeles,

fábricas y juzgados,

basureros hediondos,

chozas, vecindades,

mansiones,

hospitales,

guaridas de ladrones

y casas ministeriales,

¡trae a nosotras tu reino!

No perdones

a quienes nos violan,

no perdones

a quienes nos matan,

no perdones

a quienes entierran nuestros huesos

bajo las arenas del desierto.

Que no se haga más su voluntad.

Acude a nuestra súplica y escucha:

Ellos arrancan nuestros pezones a mordidas.

Encienden con cerillo y gasolina nuestros cuerpos.

Cambian nuestras ropas de un cadáver a otro

para que nuestras madres y nuestros padres

se confundan.

Siembran nuestros ojos

y riegan con nuestras lágrimas su odio,

y luego se esconden.

No sabemos cómo visten.

No sabemos de dónde sacan su dinero.

No sabemos si tienen aparte otros modos de divertirse.

Si tienen hijas

ni si sus hijas son también pobres y obreras

o estudian por las tardes

y caminan solas por las calles oscuras de regreso a casa.

Nada de ellos sabemos

sino que quieren un mundo sin nosotras,

las mujeres de Juárez,

las de cabellos largos

y senos despuntando,

cuerpos morenos donde danzan los sueños,

donde la vida hace fiesta.

Mujeres, Madre, como tú,

como nosotras,

las desterradas hijas de Eva,

las que aquí seguimos suplicantes.

Acude a nuestro llanto, escucha:

Ellos tienen cómplices,

no actúan solos.

En la maquila, en la policía,

en el gobierno, en el narco,

allí en el paraíso como en el infierno

ellos tienen cómplices,

pero nadie sabe quiénes son.

Por eso venimos hoy a implorarte,

atiende nuestras plegarias,

no desoigas nuestros ruegos:

Que no se oculten más los criminales,

que no queden impunes nuestras muertes,

que la sangre nuestra,

la de nuestras hermanas,

fecunde el corazón de la tierra donde yacen

y nos dé aliento, fuerza.

No protejas a nuestros asesinos

ni escudes bajo tu manto sus ofensas.

Líbranos del miedo,

del silencio,

de la mansedumbre.

Permítenos la rabia

y no nos dejes caer en la tentación

de la desesperanza.