lunes, 18 de enero de 2010

Haití: mucho más que un desastre natural...



Compilado de noticias sobre Haití


Fuente: Narconews
Terremoto en Haití: El día después
En Puerto Príncipe los haitianos se ayudan entre sí usando sus manos y las pocas herramientas que pueden encontrar

Por Ansel Herz
Especial para The Narco News Bulletin

14 de enero 2010

PUERTO PRÍNCIPE, HAITÍ, 14 DE ENERO DE 2010: El techo de la penitenciaría nacional de Haití no se encuentra en su lugar. Las cuatro paredes de la prisión se alzan hacia el aire, dejando nada más que el cielo abierto sobre sí.

La puerta de la prisión hacia el centro de Puerto Príncipe está abierta; los prisioneros y los policías se han ido. Los transeúntes caminan libremente, pisando los aún ardientes restos del techo del edificio. El terremoto de 7.0 grados de la tarde del martes lo rompió en pedazos.

“No se si esté vivo o muerto”, dijo Margaret Barnett, cuyo hijo estaba preso. “Mi casa está destruida. Me encuentro en las calles buscando a familiares.”

En la ausencia de cualquier esfuerzo de la ciudad por aliviar la situación, la ayuda ha venido de pequeños grupos de haitianos que trabajan juntos. Ciudadanos que están ayudando y que se han convertido en rescatistas. Los doctores solitarios deambulan por las calles ofreciendo su ayuda.

En la despedazada catedral una docena de hombres y mujeres se amontonan frente a un hombre con un pico que trata de liberar a una moribunda y polvorienta mujer.

La noche del terremoto, un grupo de amigos sacó ladrillos de un hogar colapsado, abriendo un angosto camino hacia el llanto de un niño sepultado entre los escombros.

Dos edificios arriba, Joseph Matherenne lloraba mientras dirigía la apenas visible luz de su teléfono celular hacia el cuerpo ensangrentado de su hermano de 23 años de edad. Su cuerpo estaba tendido sobre los escombros de la oficina en la que trabajaba como técnico de video. A diferencia de la mayoría de los cuerpos situados en las calles, no había ninguna sábana que cubriera su rostro.

El centro de Puerto Príncipe se parece a una zona de guerra. Algunos edificios permanecen de pie, ilesos. Aquellos dañados tendieron a colapsar, derramándose sobre las calles sobre carros y postes de teléfono.

Al día siguiente del terremoto no hubo una violencia extendida. En las calles no se vieron armas, cuchillos o robos, solamente había filas de familias llevando sus pertenencias. Hacían eco de su enojo y frustración a través de canciones tristes que se escuchaban toda la noche, no sus puños.

“Solo había visto esto en las películas”, dijo Jacques Nicholas de 33 años, quien saltó una barda cuando la casa en la que jugaba al dominó se derrumbaba. “Cuando los estadunidenses lanzaron misiles a Iraq, eso es lo que vi. Cuando Israel hizo lo mismo con Gaza, eso es lo que vi aquí.” Por la noche, Nicholas escuchó falsos rumores de que un tsunami se acercaba, uniéndose a los torrentes de personas que se alejaban del agua.

Nadie sabe que esperar. Algunas personas dicen que Haití necesita una fuerte intervención internacional—un esfuerzo de ayuda coordinada de parte de todos los grandes países. Pero en las calles era evidente que ninguna caballería inmediata de rescatistas estaba en camino de los Estados Unidos o de otras naciones.

“Mi situación no es mala” dijo Nicholas, “pero la situación en general de las personas es peor que la mía. Así que eso me afecta. Todo mundo quiere ayudar, pero no podemos hacer nada.”

Los haitianos están haciendo lo único que pueden. Ayudándose entre sí con sus manos y con las pocas herramientas que pueden encontrar, carecen de recursos para coordinar un esfuerzo de reconstrucción multifacético.”

Un locutor de radio popular recordó a todos que la fuerza del pueblo de Haití no podía ser subestimado, al escribir la siguiente entrada en su Twitter: “¡Podemos reconstruir! Superamos obstáculos más difíciles en 1804”—el año en que Haití se liberó del yugo esclavista colonial en una revuelta masiva. Mientras el reloj camina y los cuerpos se amontonan, tomará una visión clara y un trabajo duro de gran escala para que Haití se recupere de los temblores del martes.


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Fuente: Kaosenlared

No, no es esa la manera en que hay que ayudar al pueblo haitiano. Al pueblo haitiano se le ayuda siempre, como lo está haciendo desde hace más de 12 años, Cuba. Sí. Cuba.


Para empezar diré que ahora es más necesaria la ayuda y todos debemos volcarnos en ello como un deber moral y ético… dicho esto, algunas consideraciones. Cuando los gringos, el gobierno yanqui te ofrece su manos, no sabemos lo que esconde en la otra.

La hipocresía ahora no es sólo una palabra, o un concepto, es una realidad, es sustantivo y tiene forma, cuerpo y caras… es, sí, una figura real y se nos presenta en gobiernos (ojo que digo gobiernos no pueblos) del norte, ahora con el terremoto Haití, agolpan en los aeropuertos aviones que salen con toneladas de alimentos y un sinfín de productos necesarios - y necesitados - en estos momentos. Sin embargo, ¿porqué ahora y no antes?. Si. ¿Porque ahora con esta tragedia?.

Lo dicen sus medios, Haití es el país más pobre del continente. Si es así, ¿porque la ayuda no ha llegado antes? Si siempre ha necesitado de la ayuda. La respuesta es simple, la mayoría de países ricos que ahora ayudan a Haití, no tienen como prioridad la solidaridad. Es más si ellos ayudan lo hacen pensando en algún beneficio, si Haití es el país más pobres, qué beneficio pueden esperar. Ahí radica la hipocresía.

La mejor ayuda que necesitan los haitianos, sin embargo - y para el futuro - es que los países que se consideran imperios dejen de estar tejiendo sus malévolas componendas políticas. Que dejen de una vez que Haití sea el que decida su propio futuro. Ahora que el imperio yanqui está dispensando militares para la ayuda, y se dice, que liderará la ayuda que llegue a ese país, muestra con ello sus inicuas pretensiones, ya se ha hecho con el control del aeropuerto…, ellos deberían salir del país, pero no ahora sabiendo el grado de devastación que ha causado el terremoto, deben de salir después y para siempre.

Porque son ellos, el imperio yanqui y sus compinches adláteres, los que en definitiva tienen al país sumido en la miseria. Son ellos el verdadero y permanente terremoto que vive no sólo Haití, todo el planeta. Son ellos los que con el golpe de estado a Jean B. Aristide en 2004 sumieron en la miseria, aún más, al país. Derrocaron a un presidente que contaba con el apoyo popular - más amplio de la historia - del país, ese apoyo venía de las amplias mayorías pobres. Eran los pobres, y los pobres de los más pobres los que llevaron al presidente Aristide al Gobierno. Las propuestas del derrocado presidente eran revolucionarias y eso, como suele pasar, no gustó al imperialismo yanqui.

Además son ellos los que han estado confabulando e interviniendo desde años en ese país contra los gobiernos que no seguían sus lineamientos del imperio. Son ellos, los gringos, los que con sus empresas manufactureras las que tienen en la miseria a la inmensa mayoría. Son ellos, los que pagan no más de un dólar diario a los haitianos que trabajan en maquilas elaborando entre otras cosas, las pelotas de beisbol, que como todos sabemos, es el deporte por excelencia en ese país, y las empresas como no, son gringas. Si quieren los yanquis liderar las ayudas, lo primero que tendrían que hacer es, mejorar las condiciones laborales de miles de trabajadores que laboran en sus maquilas. Y sobre todo, el cese a la injerencia en todos los ámbitos de la vida social, política y económica.

No, no es esa la manera en que hay que ayudar al pueblo haitiano. Al pueblo haitiano se le ayuda siempre, como lo está haciendo desde hace más de 12 años, Cuba. Sí, Cuba, pero como todos sabemos, los medios no dirán absolutamente nada de la ayuda de los más de 400 médicos cubanos que hay en Haití. Y no dirán nada, de los más de 300 estudiantes haitianos que están estudiando en Cuba ni de todos aquellos haitianos graduados y que sus estudios los han hecho de forma gratuita. ¿Qué país que ahora dice ayudar a los haitianos, tiene en sus países a estudiantes venidos de los países del Sur en sus universidades pero de forma gratuita? Ni uno solo. Porque Haití merece mucho más que una ayuda.


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Fuente: La Haine

Naomi Klein:
"La crísis en Haití ofrece oportunidades de intervención a EEUU"
La Haine
Traducido para Rebelión por Michael Friedman. Revisado por La Haine


La siguiente es la intervención de Naomi Kein el pasado jueves, 14 de enero, en el programa de Amy Goodman (Democracy now!) sobre los sucesos Haití y quienes ya están sacando lucro de la tragedia.

NAOMI KLEIN: Como escribo en "The Shock Doctrina" ("La doctrina del choque"), se aprovechan las crisis como pretexto para imponer las políticas que no pueden impulsar bajo condiciones de estabilidad. Durante los períodos de crisis extremas, los pueblos están desesperados por recibir ayuda humanitaria de cualquier índole, todas formas de financiamiento, y no se encuentran en una posición favorable para negociar los términos de esa ayuda.

Y quiero extraviarme por un momento para leerles un documento extraordinario, que acabo de publicar en mi web. El titular dice "Haití: detenerles antes que impongan el 'choque' otra vez". La información fue presentada hace unas pocas horas en la web de la Heritage Foundation (una fundación o "think-tank" de la élite de la clase dominante norteamericana que formula las políticas e ideologías implementadas por los gobiernos de turno).

"En medio del sufrimiento, la crisis en Haití ofrece oportunidades a EEUU. Además de proporcionar ayuda humanitaria inmediata, la respuesta de EEUU ante el terremoto trágico ofrece la oportunidad para reestructurar el gobierno y economía haitianos, disfuncionales desde hace tiempo, además de mejorar la imagen de EEUU en esa región". Y el documento sigue.

No sé si las cosas están mejorando, pues la Heritage Foundation respondió a los 13 días al huracán Katrina con 32 propuestas neoliberales para ayudar a los damnificados de aquel desastre. Publicamos ese documento, también, en nuestra web. Sus propuestas para las víctimas de Nueva Orleans resultaban en el cierre de de las viviendas públicas, convertir la costa del Golfo de México en una zona franca y eliminar las leyes que obligaron a que los empresarios pagaran un salario mínimo a sus empleados. Entonces, tardaron trece días en formular esa recomendación en el caso de Katina, pero no esperaron ni 24 horas en el caso de Haití.

Digo que 'no sé si están mejorando las cosas' porque quitaron ese documento de su sitio hace dos horas. Entonces, a lo mejor alguien les hubiera informado de que no estaba bien. Y pusieron un documento que es mucho mas sensible. Afortunadamente, los corresponsales de Democracy Now! lograron descubrir el documento anterior en un caché de Google. Pero, lo que verían en el sitio es la advertencia mas suave, de "Las cosas para tomar en cuenta mientras ayudamos a Haití". Enterrado abajo, se encuentra el planteamiento de que "ya van muy atrasadas las reformas necesarias para la democracia y economía haitianas".

Para nosotros, es preciso garantizar que que la ayuda que llega a Haití asuma la forma de subvenciones y no de préstamos. Ésta es crítica. Se trata de un pueblo ya agobiado por la deuda externa. Este desastre, como djo Amy, por un lado es natural, un terremoto, pero, por otro lado, es una creación y está empeorado por el empobrecimiento de los haitianos en la profundización de lo cual son cómplices nuestros gobiernos. Los desastres naturales son peores en los países como Haití, por ejemplo, debido a la erosión del suelo que se produce cuando cuando la pobreza obliga a que los sectores marginados construyan sus viviendas en condiciones precarias.

Como el resultado, las casas se derriban fácilmente. Todos estos fenómenos están entretejidos. pero podemos permitir en ningún momento que esta tragedia -en parte natural y en parte artificial- se utilice para endeudar más a Haití, ni para impulsar políticas que favorecen nuestras corporaciones. Y esta no es una teoría de conjuraciones. Lo han hecho en una ocasión tras otra.

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Fuente: Rebelión

Si verdaderamente queremos ayudar a este país devastado, debemos cesar los intentos de controlarlo y explotarlo
Nuestro papel en el trance haitiano

The Guardian

Traducido para Rebelión por José Luis Vivas


Cualquier gran ciudad del mundo habría sufrido daños considerables por un terremoto como el que asoló la capital haitiana en la tarde del martes, pero no es ningún accidente que buena parte de la ciudad de Puerto Príncipe parezca ahora una zona de guerra. Gran parte de la devastación causada por la más reciente y desastrosa calamidad que ha golpeado a Haití se comprende mejor como el resultado de una larga e infame secuencia de acontecimientos históricos causados por el hombre.

El país ya ha tenido que enfrentar más catástrofes de las que en justicia le corresponden. Cientos de personas perecieron en Puerto Príncipe por un terremoto en junio de 1770, y el gigantesco terremoto del 7 de mayo de 1842 pudo matar a 10.000 personas solamente en la ciudad norteña de Cabo Haitiano. Los huracanes golpean a la isla con regularidad, los más recientes en 2004 y 2008; las tormentas del año 2008 inundaron la ciudad de Gonaives y destruyeron la mayor parte de su frágil infraestructura, matando a más de mil personas y destruyendo varios miles de viviendas. La extensión del actual desastre puede que no se conozca hasta dentro de varias semanas. Incluso reparaciones mínimas pueden tardar años en completarse, y el impacto a largo plazo es incalculable.

Sin embargo, lo que ya está bastante claro es que ese impacto será el resultado de un proceso histórico aún más largo de debilitamiento y empobrecimiento deliberado. Haití se suele describir rutinariamente como “el país más pobre del hemisferio occidental”. Esa pobreza es el legado directo del que tal vez haya sido el sistema de explotación colonial más brutal de la historia, agravado por decenios de sistemática opresión poscolonial.

La noble “comunidad internacional” que en estos momentos se prepara con gran estruendo para enviar su “ayuda humanitaria” a Haití es en gran parte responsable de la extensión del sufrimiento que ahora quiere aliviar. Desde la invasión y ocupación norteamericana de 1925, cada tentativa política seria de permitir que el pueblo haitiano pudiera pasar (en la frase del anterior presidente Aristide) “de la miseria absoluta a la pobreza digna”, ha sido bloqueado deliberada y violentamente por el gobierno de EEUU y algunos de sus aliados.

El propio gobierno de Aristide (elegido aproximadamente por el 75% del electorado) fue la última víctima de esa injerencia al ser derrocado en 2004 por un golpe patrocinado internacionalmente en el año 2004, que mató a varios miles de personas y dejó gran parte del país hundida en resentimiento. Las ONU ha mantenido en el país desde entonces una enorme y muy onerosa fuerza militar de pacificación.

Haití es hoy un país donde, según el mejor estudio disponible, cerca de 75% de la población “vive con menos de 2 dólares al día, y el 56% -cuatro millones y medio de personas– vive con menos de 1 dólar diario”. Decenios de “ajuste” neoliberal e intervención neoimperial han despojado al país de cualquier porción significativa de capacidad para invertir en su pueblo o regular su economía. Condiciones punitivas de comercio y financiación internacional garantizan la permanencia, en un futuro previsible, de esa indigencia e impotencia como hechos estructurales de la vida haitiana.

Es exactamente esa pobreza e impotencia lo que explica la extensión del actual horror en Puerto Príncipe. Desde los últimos años de la década de los 70, un implacable asalto neoliberal a la economía agraria de Haití ha obligado a decenas de miles de pequeños agricultores a trasladarse a viviendas informales y deficientes, a menudo encaramadas en las faldas de barrancos deforestados. La selección de la gente que vive en tales lugares no es en si misma más “natural” o accidental que la extensión de las heridas que ha sufrido.

Como indica Brian Concannon, director del Instituto por la Justicia y Democracia en Haití, “esa gente llegó a esos lugares porque ellos o sus padres fueron expulsados intencionadamente de las áreas rurales por políticas de ayuda y de comercio diseñadas específicamente con la intención de crear en las ciudades una fuerza de trabajo cautiva, y por lo tanto fácil de explotar; por definición se trata de gente que no cuenta con los medios para construir casas resistentes a los terremotos”. Entretanto, la infraestructura básica de la ciudad –agua corriente, electricidad, carreteras, etc– permanece deplorablemente inadecuada, a menudo inexistente. La capacidad del gobierno para movilizar cualquier tipo de ayuda contra catástrofes es prácticamente nula.

La comunidad internacional ha gobernado efectivamente Haití desde el golpe de 2004. Los mismos países que ahora alardean con el envío de ayuda de emergencia a Haití han votado sin embargo consistentemente, durante los últimos 5 años, contra cualquier extensión del mandato de la misión de la ONU más allá de sus objetivos estrictamente militares. Propuestas para desviar parte de de estas “inversiones” hacia programas para la reducción de la pobreza o el desarrollo agrario se han bloquedado, en consonancia con las pautas de largo plazo que siguen caracterizando la “ayuda” internacional.

Las mismas tormentas que mataron a tanta gente en 2008 golpearon a Cuba con la misma fuerza, pero aquí dejaron solamente 4 muertos. Cuba ha eludido los peores efectos de las “reforma” neoliberales y su gobierno conserva la capacidad de defender a su pueblo contra los desastres naturales. Si queremos seriamente ayudar a Haití a salir de su última crisis, deberíamos tomar en consideración esos resultados. Juntamente con el envío de ayuda de emergencia, deberíamos preguntarnos qué podemos hacer para favorecer el fortalecimiento de la autodeterminación del pueblo de Haití y sus instituciones públicas. Si queremos en serio ayudar, tenemos que dejar de intentar controlar el gobierno haitiano, pacificar a sus ciudadanos, y explotar su economía. Y luego tendremos que empezar a pagar al menos una parte del destrozo que ya hemos causado.

Fuente: http://www.guardian.co.uk/commentisfree/2010/jan/13/our-role-in-haitis-plight

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Fuente: Página 12

Haití, la ayuda no llega x Guy Adams. El puerto está vacío de los barcos de asistencia prometidos por los líderes del mundo. El hambre, un drama para los sobrevivientes

Retorcidos, vestidos con trapos sucios o apilados, los muertos están tirados por las calles de la arruinada capital de Haití. Algunos no tienen nada que los cubra, están abandonados pudriéndose al sol. Los trabajadores de la ciudad comenzaron ayer la truculenta tarea de levantarlos usando los camiones de basura. La gente compara a Puerto Príncipe con una escena de Armageddon, pero en realidad eso no le hace justicia al grado de horror de sus calles. Cuando uno finalmente se acostumbra al olor a carne podrida y aguas servidas, o a las multitudes cubiertas de polvo que deambulan por el pavimento en busca de agua o comida, otra terrible visión surgirá de los escombros.

El número de muertos del mayor terremoto que asoló la región en 200 años ya es de 40.000 pero, según el gobierno, son al menos 100.000 los desaparecidos, por lo que la cifra de víctimas podría superar las 140.000 personas. Una metrópolis de dos millones de personas se deshizo en pedazos. No funcionan la electricidad ni el agua ni las cloacas y la infraestructura está colapsada.

Frenéticos por conseguir ayuda, los sobrevivientes apilaban los cadáveres para crear vallas en los caminos, esperando conmocionar al mundo para que apure la reacción. El temor ahora es que la gente se enerve y se llegue a una crisis en la ley y el orden. ?La situación en la ciudad es muy difícil y tensa?, dijo Salavat Mingliyev, jefe del equipo de búsqueda y rescate ruso.

Afuera del ahora arruinado palacio presidencial, en el centro de la ciudad, una multitud tensa de unas mil personas estaba reunida. Estaban parados detrás de un cordón de seguridad que los mantenía alejados de los camiones de la Cruz Roja, con los trabajadores con miedo a distribuir los suministros por temor a que se desatara un pandemónium. ?Estoy furioso. Hemos estado aquí durante cuatro días y no hemos visto nada: ni comida ni agua ni carpas?, dijo Jean-Claude Hillaire. ?Tengo tanta hambre. Y quiero saber por qué esta gente no recibe ayuda. ¿Por qué nada llega? No hemos recibido nada de Estados Unidos, nada de la comunidad internacional. Nos sentimos enojados y abandonados.?

?Veinte mil personas están durmiendo en esta plaza y nadie nos está ayudando. Estamos aullando por ayuda. Lo puedo llevar por este camino, durante el próximo kilómetro y medio al puerto, hay cientos de cuerpos tirados en la calle. El mundo necesita ver este sufrimiento, y ver esta muerte y decirles a sus líderes que algo debe hacerse para ayudar, ya.?

Con un gesto hacia la historia de Haití, como la primera nación esclava que logró la independencia, añadió: ?Estoy especialmente enojado con Barack Obama. La gente de este país, Haití, fueron los primeros negros que se liberaron. Ahora necesitamos ayuda del primer presidente negro. No la necesitamos en cuatro, cinco o 20 días. La necesitamos hoy, ahora?.

El puerto de la ciudad, a un kilómetro y medio de distancia, está vacío de los barcos de asistencia prometidos por los líderes del mundo. Los caminos están atascados y en algunos lugares, intransitables. Los suministros de comida y agua están varados en el disfuncional aeropuerto en las afueras de la ciudad. ?El aeropuerto es un caos?, dijo Mark Pearson, de la empresa de caridad británica Shelterbox, que ayer estaba esperando que aterrizaran los suministros. ?En este momento la prioridad es todavía buscar y rescatar y luego la ayuda, de manera que obviamente hay frustración. La gente anda en busca de agua. Ésa es la gran necesidad.?

Cada pedazo de parque, plaza o terreno en la ciudad está lleno de carpas precarias, a veces hechas de bolsas de plástico, donde esperan los sin hogar, con sus muertos y sus heridos, a que llegue la ayuda. A pocos metros de ahí está el Champs de Mars. Ahí me encontré con Marie Cayo, una niña de tres años con una venda alrededor de la cabeza, y cuya madre, Souvenir, murió en el terremoto del martes. ?Marie tuvo suerte?, dijo su primo Nicolas, uno de los 20 parientes de Marie que duermen debajo de una pequeña lona. ?Souvenir murió cuando la casa se desplomó sobre ellos. Porque Marie es pequeña, la gente la pudo sacar de entre los escombros. Llevamos el cuerpo de Souvenir al cementerio y la enterramos nosotros mismos en un cajón. Fue lo mejor que pudimos hacer.?

?Los cuerpos que nadie reclama se dejan en las esquinas o puestos en fila en los costados de las calles. En un callejón que va al centro de la ciudad conté 30 cadáveres en fila cubiertos con tela, pero más cerca del puerto, los muertos simplemente están apilados, montones de ellos. Las moscas les están comenzando a prestar atención, junto con los perros abandonados.?

?Hemos estado durmiendo en una plaza desde el martes?, dice Joseph Marc Antoine, con quien hablé en las calles que rodean el palacio. ?No tenemos nada. Todavía puedo oír a la gente gritar en medio de los escombros, pero no podemos hacer nada. El olor a la gente muerta mezclada con la basura está en todos lados. Y no es bueno.?

Además, hay una creciente amenaza de enfermedades infecciosas como tifoidea o disentería. Mucha gente está usando pañuelos alrededor de sus rostros, y hay una creciente sensación de inseguridad. La mayor parte de Puerto Príncipe es un área de peligro después de que oscurece, y hay rumores de que bandas armadas establecen bloqueos de calles para exigir dinero y suministros esenciales a cualquiera que intente pasar. El delito y el saqueo son algo común, en parte porque la cárcel de la ciudad colapsó, liberando a varios miles de internos, incluyendo a muchos miembros de bandas, pero también porque muchos sobrevivientes están desesperados por obtener comida o agua. Pequeñas bandas de jóvenes portando machetes se han visto en algunas áreas de la ciudad, presumiblemente en busca de comida.

Unos 5.000 efectivos estadounidenses llegaron ayer para distribuir ayuda y para evitar una explosión de disturbios entre los sobrevivientes desesperados. Robert Gates, el secretario de Defensa de Estados Unidos, dijo que su primera tarea será distribuir la ayuda tan pronto como sea posible ?para que la gente, en su desesperación, no se vuelva violenta?. En medio de los temores de que se desaten disturbios, Barack Obama habló con el presidente haitiano, René Preval, durante 30 minutos ayer. Pero la crisis que confrontan ambos líderes ahora probablemente sea un tema: la pobreza. La secretaria de Estado de EE.UU., Hillary Clinton, llegará hoy al país, y mañana lo hará el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon.

Los suministros de los aviones están atascados en el aeropuerto de Haití. La pista de aterrizaje no tiene luces, de manera que sólo está abierta durante el día, y ahora está tan congestionada que montones de vuelos que llegan no pueden aterrizar.

En los próximos días, una crisis de refugiados puede afligir a Haití. Cuando uno se acerca a la capital por el camino desde la vecina República Dominicana, una gran nube de polvo se hace visible. Pronto se ve claramente que proviene de los vehículos atestados, pegados unos a otros, obedeciendo el consejo del gobierno de dirigirse al campo.

Muchos está tratando de llegar al campo, que no fue tocado por el desastre. Muchos más se dirigen a la frontera con la República Dominicana, donde esperan llegar a hospitales que funcionen. Nadie sabe qué sucederá cuando lleguen ahí. O si alguna vez volverán.

The Independent. Traducción para Página 12 de Celia Doyhambéhère



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